De cómo la investigación en la biología del comportamiento ayuda a comprender la enfermedad mental*

Genealogía de la mente humana. Evolución, cerebro y psicopatología (NOVEDAD)
Herder, 2015

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Disquisiciones teóricas acerca de la salud mental; del quehacer de la Academia, y diversas lecturas y discusiones en seminarios -a lo largo de dos años-  sobre el aporte de la investigación científica a la sociedad, nos plantearon la necesidad de generar líneas de investigación para abrir caminos que contribuyan a dar respuesta a la psicopatología y a los trastornos de la conducta, con un enfoque evolutivo centrado en el estudio de la biología del comportamiento que vincule al individuo con su entorno, entendido éste como las interacciones con el medio físico, socio-cultural y evolutivo.

Así, se expone el interés de contextualizar los estudios que realizamos de la etología, neuroetología y etología humana, en el ámbito de la salud mental y al mismo tiempo hacer que los productos se den a conocer a un público más amplio que el de los especialistas en estos temas. Entonces, lo vertido en la investigación básica lo digerimos con el afán de entregarlo en una forma que atraviese las fronteras del conocimiento especializado, lo cual redunda en la posibilidad de iniciar colaboraciones con grupos de trabajo en otras disciplinas, de la misma Institución y de otras a nivel nacional  como internacional.

La etología es una ciencia natural, rama de la biología, de la cual tomó el método comparado para el estudio de la morfología de la conducta y el método analítico para el análisis del comportamiento desde cuatro perspectivas complementarias: el control causal, sea interno (fisiológico) o externo (estímulo medioambiental); los factores del desarrollo (ontogenia) que lo propician o modifican; el “rastreo” filogenético para corroborar que otras especies lo comparten; y su función adaptativa en términos evolutivos según lo propuesto por Tinbergen. Para contender con estos cuatro niveles de explicación, la etología recurre a la observación sistemática del comportamiento tanto en contextos naturales donde la conducta ocurre espontáneamente, como en el contexto artificial pero controlado de laboratorio, mediante el uso, en ambos casos, de una serie de métodos de registro sistemáticos. Posteriormente se interpretan los datos observacionales en alguno o varios de los niveles de explicación, agregando la información que resulte pertinente, como puede ser el estado neurofisiológico o los eventos ecológicos asociados.

En el contexto de la salud mental, la etología es una herramienta que no sólo permite sistematizar adecuadamente las observaciones del comportamiento, sino que además provee una aproximación más integrativa y multivariada que resalta la importancia de estudiar una causalidad más amplia: la evolutiva. Así, el profesional que ha decidido utilizar la etología como herramienta teórica y metodológica, deberá observar y registrar de manera ordenada el comportamiento de los individuos y hacer un análisis del mismo no sólo en términos de los estímulos fisiológicos y ambientales inmediatos que lo provocan, sino además en términos de su contexto socio-ecológico, su función adaptativa y su posible significado evolutivo, para lo cual se investiga la presencia de dicho comportamiento en la especie humana y en otras especies.

La importancia de los estudios con primates no humanos para la comprensión de la conducta humana es interesante, dado que pertenecemos biológicamente a ese orden y a que desde el punto de vista evolutivo compartimos con ellos una gran diversidad de características, desde genéticas y moleculares, pasando por las fisiológicas, hasta las conductuales. Los métodos y teorías desarrollados por los estudiosos del comportamiento animal pueden proveer la información que algunas veces escapa de los enfoques puramente antropocéntricos. De este modo, la aproximación etológica se ha utilizado con éxito en diversas disciplinas médicas como la pediatría, la psiquiatría, la farmacología  y la sexología, entre otras.

Establecida la necesidad de contextualizar nuestras investigaciones dentro de la salud mental y mediante el uso de la etología como fundamento teórico y metodológico, en el año 2005 se crea el Laboratorio de Cronoecología y Etología Humana, el cual define líneas de investigación dedicadas al estudio de primates no humanos, tales como cronoecología, psicopatología y personalidad, relación madre-infante, vocalizaciones, neuroanatomía estructural y funcional con técnicas de imágenes de resonancia magnética funcional, así como al estudio de humanos en aspectos relacionados con la cronoecología, la expresión de las emociones, la conducta no-verbal y la prosodia.

El primer elemento constitutivo del nombre de nuestro laboratorio se deriva de una subdisciplina de la cronobiología y de la ecología de la conducta introducida por Halle y Stenseth, de la Universidad de Jena en Alemania, que plantea la necesidad de estudiar el funcionamiento de los relojes circadianos en el medio ambiente natural, para determinar cómo impactan los parámetros geofísicos (meteorológicos y astronómicos) y sociales (interacción con los congéneres o con otras especies) a los ritmos circadianos de reposo-actividad de los organismos. Asimismo, estos estudios contribuyen a dilucidar desde la evolución, la diurnalidad o nocturnalidad de las especies y sus adaptaciones según el investigador Alemán Hans G. Erkert. Dado que esta área contribuye a explicar los trastornos circadianos de los ritmos de reposo-actividad y sueño-vigilia, se generó una línea de investigación en primates no-humanos con una especie del viejo mundo, los macacos cola de muñón Macaca arctoides y una especie del nuevo mundo, el mono araña Ateles geoffroyi. Recientemente hemos incluido el estudio de una especie que comparte hábitat con el mono araña, el mono aullador, en el que se indaga acerca de aspectos ecológicos del ritmo de reposo-actividad y del dormir. Estos estudios acerca de la ecología del ritmo de actividad-reposo y algunos parámetros del sueño, los hemos implementado también en la especie humana, relacionados con algunas patologías mentales, en pacientes ambulatorios con esquizofrenia, trastornos del sueño, y pacientes de la tercera edad con depresión.

El segundo elemento del nombre del laboratorio, Etología Humana, deriva del interés dentro del grupo por realizar estudios comparados desde la etología en primates no-humanos (mono araña, macacos cola de muñón, mono aullador) dentro de las diversas líneas de investigación relacionadas, y en humanos (Homo sapiens), con el propósito de diseñar estudios para caracterizar rasgos de conducta comunes a las diferentes patologías mentales, de modo que contribuyan a un mejor diagnóstico de los trastornos, además de optimizar, con el tiempo, la eficacia de los procedimientos terapéuticos en la clínica y explicar desde el análisis de la conducta, las pautas de comportamiento que forman parte de las adaptaciones para contender con la enfermedad mental propuesta por el neurólogo y psiquiatra del Departamento de Psiquiatría la Universidad de Bochum, Alemania, Martin Brüne, entre otros. Estos intereses nos han estimulado para escribir algunos artículos propositivos y de historia, en publicaciones sobre psiquiatría y en revistas científicas de psicología y psiquiatría y en tres libros compilados: uno acerca de “Los primates, la evolución y la identidad humana”, el segundo sobre el tema de “Agresión y Violencia. Cerebro, comportamiento y bioética” y el tercero “Genealogía de la Mente Humana. Evolución, cerebro y psicopatología”. Estos dos recientes editados en colaboración con el Dr. José Luis Díaz de la Facultad de Medicina de la UNAM y con el Dr. Carlos Moreno Benavides del Grupo NEUROS de la Facultad de Medicina de la Universidad del Rosario de Bogotá, Colombia, donde se consideran aspectos relacionados con la evolución humana y el cerebro; temas acerca de la mente, como las emociones, la conciencia, el sueño, el lenguaje y aspectos de la psicopatología desde una perspectiva evolutiva.

Se nos presenta, entonces, un amplio espectro en la investigación, que nos compromete con la generación de conocimiento desde la investigación básica, de tal modo que, aunado a los conocimientos de otras disciplinas, contribuyamos en la aplicación clínica de lo obtenido con  nuestras líneas de trabajo.

Por: Jairo Ignacio Muñoz Delgado
Tomado de.

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